Cusco: Secretos de convento

El Qorikancha y el monasterio de Santa Catalina de Sena. Los dos magníficos museos de la orden de los dominicos en la capital cusqueña narran su historia, revelan sus secretos y muestran sus tesoros.

Monasterio de Santa Catalina de Sena

Cusco es una de las pocas urbes en el mundo que conserva su cualidad de ciudad-museo. Y esto lo pueden comprobar los miles de turistas que a diario recorren la callecitas y cuestas de la antigua capital incaica con la sensación de ir descubriendo las señales de la historia plasmadas en sus muros de piedra.

Pero la ciudad también seduce por sus museos. Desde el célebre Museo Inka, ubicado en la Cuesta del Almirante, hasta el vecino Museo de Arte Precolombino, en la Plaza de las Nazarenas, que sorprende con finas piezas prehispánicas que hoy en día podrían merecer cualquier exposición de arte moderno.

También destacan sus museos religiosos como el del Convento de Santo Domingo Qorikancha –visita obligada en todos los circuitos turísticos de la ciudad– y el no menos sorprendente museo del Monasterio de Santa Catalina de Sena, que ocupa el antiguo acllahuasi (o casa de las “vírgenes del sol”) incaico en la céntrica plazoleta de Santa Catalina. Ambos administrados por la Orden de los Dominicos. Y si recomendamos su visita es porque acaba de ser remodelado y abierto al público con una nueva propuesta museográfica.

A decir de Vera Tyuleneva, curadora de ambos museos, el del Convento de Santa Catalina de Sena ha sabido aprovechar esa curiosidad que provoca la vida rodeada de misterios de las monjas de clausura. El museo “intenta mostrar con todo detalle los quehaceres cotidianos y las prácticas religiosas de las monjas”, asegura Tyuleneva. En su exposición permanente se dejan ver finos objetos acumulados en el monasterio en los últimos 400 años. Según la curadora, “muchos de estos objetos fueron de uso cotidiano hasta el momento en que se preparó el montaje del museo”.

En el circuito sobresale la monumental sala capitular con sus murales atribuidos al maestro cusqueño Tadeo Escalante. El recorrido incluye el estudio, la sala de labores, el velatorio, el refectorio, el noviciado y la celda de la fundadora.

Pero no se trata de un museo de piezas muertas. La vida monacal en el convento goza de buena de salud. Vera Tyuleneva asegura que las monjas “son guardianas de muchos antiguos usos y tradiciones ya desaparecidos en el mundo externo”. Prueba de ello son sus exquisitas recetas de repostería y finos bordados que siguen gozando de fama en el Cusco del siglo XXI.

EN LA CASA DEL SOL

Otro cantar es la visita del célebre museo de Qorikancha en el Convento de Santo Domingo. “Es el reflejo y la metáfora de la historia cusqueña”, sentencia Tyuleneva. “Sobre sus sólidos cimientos incas descansan finas arquerías virreinales, coronadas con modernas estructuras de vidrio, metal y concreto. Una mezcla de épocas, estilos y creencias”.

El museo Qorikancha es visitado por miles de turistas atraídos por los cuatro edificios del templo mayor del Tahuantinsuyo, considerados el epicentro religioso del imperio incaico. Fue en 1534 –un año antes de la fundación de Lima– cuando los ritos y prácticas religiosas en el Qorikancha ceden lugar al culto católico y se funda el primer convento dominico en el Perú.

La colección de arte virreinal cuenta con obras de Diego Quispe Tito, Juan y José Espinoza de los Monteros y Marcos Zapata. La joya de su pinacoteca es el lienzo Encuentro de Francisco Pizarro con Atahuallpa en Cajamarca, de autor anónimo fechado en el siglo XVI.

El convento posee una rica colección de objetos y vestimentas litúrgicos que están en exposición en la antigua sacristía. Pero lo mejor es pasear por los ambientes del Qorikancha para compartir esa sensación de recorrer la historia del Perú. La historia petrificada de una fe y de una cultura sincrética.

Roberto Ochoa B. - De: www.larepublica.pe - publicado el 02/01/2010